El embarazo es una etapa especial en la vida de la mujer. Ordinariamente dura 40 semanas, y para su control se divide en tres trimestres. Cada uno tiene una particularidad de crecimiento y desarrollo del bebé.
Si bien, la mayoría de los embarazos transcurren sin complicaciones, puede presentarse la preclampsia desde la semana 20, durante el parto o en las primeras dos semanas después de este.
Entre otros síntomas, este padecimiento se caracteriza por dos alertas: a) elevación de la presión arterial arriba de 140/90 mmHg, y b) presencia de proteínas en la orina, que generalmente no se presentan.
Los principales factores de riesgo para padecerla son:
- Preeclampsia en embarazos anteriores
- Antecedente de enfermedad renal, diabetes, hipertensión arterial
- Obesidad
- Tener menos de 20 o más de 35 años
- Historia familiar de preeclampsia (madre, hermana)
- Embarazo múltiple
En casos más graves, la preeclampsia puede evolucionar a eclampsia, cuando la vida de la mamá y del bebé están en mayor riesgo, por lo que suele interrumpirse el embarazo en ese momento para atenderlos en un hospital especializado.
Por lo anterior, es importante acudir a cada cita de control prenatal, así como realizarse los estudios de laboratorio que el médico recomiende y no automedicarse.
Debes buscar atención médica ante los siguientes signos de alarma:

- Dolor de cabeza
- Zumbido de oídos
- Ver destellos de luz
- Hinchazón en pies y piernas
- Dolor en el abdomen del lado derecho, debajo de las costillas
- Si generalmente percibes movimientos del bebé, y pasan más de dos horas sin sentirlo
- Flujo o sangrado transvaginal
- Dificultad para respiras
- Contracciones